Esta música, que a menudo se conoce sólo como Requiem de Victoria, se ha considerado como una de sus mejores obras y una de las últimas grandes obras de lo que denominamos estilo polifónico renacentista.
El Oficio de Difuntos de Victoria comprende su segunda Misa de Réquiem, escrita para coro a seis voces. Una convicción apasionada entrecruza su austeridad refinada y digna; relumbra con fervor extraordinario dentro de una atmósfera musical y espiritual de serenidad y aptitud para su finalidad litúrgica. Pero también requiere cierta explicación.
Durante los últimos de los veinte años más o menos que pasó en Roma, el sacerdote abulense Tomás Luis de Victoria compuso y publicó en 1533 un libro de Missas, entre ellas una Missa pro defunctis para coro a cuatro voces. Este primer Réquiem fue reeditado en 1592. Para entonces Victoria estaba bien establecido en Madrid como maestro de coro y capellán de la emperatriz María, hermana de Felipe II y viuda de Maximiliano II, recluída ahora en el Real Convento de las Clarisas Descalzas. La princesa Margarita, hija de María, hizo su profesión solemne en 1584 y era una de las treinta y tres monjas de clausura cuyos servicios diarios, la Liturgia del Oficio Divino, cantaban doce sacerdotes y cuatro infantes de coro (número que aumentó a seis en 1600).
El 26 de febrero de 1603 falleció la emperatriz, siendo enterrada tres días después en el claustro del convento. Seguramente los servicios serían sencillos. Las grandes exequias tuvieron lugar el 22 y 23 de abril en la Iglesia de los Santos Pedro y Pablo (donde ahora se yergue la catedral de Madrid). La capilla del convento era demasiado pequeña para este servicio conmemorativo. Se cantaron las Vísperas del Oficio de Difuntos; luego, de madrugada, los Maitines de Difuntos, que en inglés se conocen como Dirge, canto fúnebre, (del latín «Dirige, Domine …» con que empieza el Primer Nocturno). Luego, tras de cantar los Laudes, se celebró la Missa pro defunctis, la Misa Solemne por los difuntos. El catafalco que representaba a la emperatriz María su ataúd estaba situado entre el coro y el altar mayor. Estaban presentes el rey Felipe II, vestido con los colores plata y negro de luto, su prima la princesa Margarita, la monja real, todas las dignidades de la iglesia y el estado, agrupados en una escena que hoy nos recuerda a un cuadro del Greco, todos ellos testigos de aquella antigua ceremonia católica para los difuntos, la Misa de Réquiem.
Para esta ocasión el compositor Victoria escribió su segundo Requiem o, como él lo llamó correctamente, el Oficio de Difuntos. Compuso música para la propia Misa, un motete funeral adicional a la liturgia estricta, y uno de los grandes textos latinos para la ceremonia de absolución que sigue a la Misa, así como una Lección que pertenece a los Maitines.
Dos años más tarde, Victoria publicó esta música (Prensa Real, Madrid 1605) que desde entonces ha sido venerada además de admirada pues da la impresión de ser un Réquiem para una época, el ocaso del Siglo de Oro, el final de la música del Renacimiento, la última gran obra del mismo Victoria. Al menos no publicó nada más.
Se ha dicho que fue el canto del cisne de Victoria, pero en su dedicatoria a la princesa Margarita queda claro que el Cygneam Cantionem se refiere a la Emperatriz. Mal podía imaginar Victoria en 1603 o 1605 que él mimso fallecería en 1611, a la edad de sesenta y tres años. La dedicatoria en el fronstispicio de la edición de 1605 dice claramente que él, Victoria, compuso esta música para ‘las obsequias de vuestra muy reverenciada madre’.
La música para la Misa, creada por Victoria con las entonaciones y versos adecuados en canto llano, según la costumbre de la época, está escrita para coro a seis voces con tiples divididos, alto, tenores divididos y bajo. Las melodías en canto llano se incorporan al tejido polifónico en el segundo tiple (a excepción del Ofertorio donde el canto está en el alto). El primer tiple asciende y desciende alrededor del lento desarrollo del canto llano parafraseado, dando a toda el entramado una maravillosa luminosidad. El uso de dos voces de tenores contribuye a la ligereza y claridad. Incluso se especifica que las modulaciones y versículos del canto llano deben ser cantados por los infantes de coro. A la grandiosa sonoridad de las seis voces con las que Victoria construye su breve Kyrie eleison sigue el Christe, sólo con las cuatro voces altas, en un pasaje tan triste que parece un llanto ritual convertido en música.
Concluida la Misa, Victoria continúa con el motete Versa est in luctum, que suponemos sería cantado mientras el clero y las dignidades rodeaban el catafalco (que representaba a la Emperatriz). Seguía la Absolución y con la música compuesta por Victoria para el gran Libera me Domine concluye, con las respuestas del Kyrie, la música que compuso para esta ocasión solemne.
En la edición de 1605, Victoria añadió la Segunda Lección de Maitines por los Difuntos. Para poner esta música en su contexto y dar cierta impresión de lo que desembocaría en la Misa propia, hemos puesto el Responsorio Credo quod Redemptor en canto llano en su lugar debido antes del «Taedet» de Victoria. Forman un extracto del largo Oficio de Maitines.
A continuación hemos situado el Cántico de Zacarías, con su debida antífona, al final del Oficio de Laudes que precede a la Misa.
Se emplean las variantes españolas del s.XVI de los cantos. Hemos hecho uso en particular de la Agenda Defunctorum (1556) de Juan Vásquez.
Al restaurar el versículo «Hostias et preces» para completar litúrgicamente el Ofertorio de Victoria, hemos derivado el canto llano del anterior Requiem de 1583 del propio Victoria (vuelto a imprimir en 1592). El Agnus Dei del medio y las respuestas Requiescant in pace. Amen. han sido añadidas por el equipo editorial.
Tomás Luis de Victoria nació en 1548 en Ávila, lugar de nacimiento de Santa Teresa. Así como ella parece personificar la actitud religiosa de la España del s.XVI (al menos su aspecto positivo), del mismo modo Victoria llegó a representar lo mejor del carárcer español en música. Muy joven aprendió su arte como infante de coro de la catedral de Ávila; tan prometedor resultó que a los diecisiete años fue enviado a Roma, bajo el patrocinio de Felipe II y la Iglesia, a estudiar an el Collegium Germanicum de los jesuitas.
La carrera musical de Victoria en Roma le puso en contacto con Palestrina y los innumerables cantantes, organistas y compositores de toda Europa, activamente empleados en las capillas e iglesias de aquella gran urbe en el momento preciso en que el catolicismo recuperaba su confianza, una vitalidad nueva y una reforma disciplinada. El joven sacerdote español empezó pronto a publicar sus composiciones en ediciones suntuosas. Ni el mismo Palestrina tuvo tanta suerte en aquellos momentos.
El éxito de los años en Roma no fue óbice para que Victoria siguiera añorando una vida tranquila en España. Tras de sus publicaciones de 1585 consiguió su deseo y regresó a ocupar el puesto de capellán y maestro de capilla del Real Convento de las Clarisas Descalzas en Madrid, de hecho hogar y capilla de la hermana de Felipe II, la emperatriz viuda María. Allí concluyó sus días, componiendo cada vez menos a partir de 1600 y nada, que nosotros sepamos, tras la publicación en 1605 del gran Oficio de Difuntos. Había rechazado ofrecimientos de Sevilla y Zaragoza; visitó Roma durante el período de 1592–94, para supervisar la impresión de sus obras y acudir al funeral de Palestrina. En 1595 regresó a Madrid para no volver a partir.
(http://www.hyperion-records.co.uk/al.asp?al=CDA66250)
Victoria: Requiem
Officium Defunctorum, 1605
Anonymous
1. Credo quod redemptor meus vivit
2. Taedet animam meam vitae meae
3. Ego sum resurrectio et vita – Benedictus Dominus, Deus Israel
Tomás Luis de Victoria (Spain, 1548-1611)
4. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 1. Introitus: Requiem aeternam dona eis, Domine
5. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 2. Kyrie
6. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 3. Graduale: Requiem aeternam dona eis, Domine
7. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 4. Offertorium: Dominu Jesu Christe, rex gloriae
8. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 5. Sanctus
9. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 6. Agnus Dei
10. Requiem Mass (Officium Defunctorum), 1605 7. Communio: Lux aeterna luceat eis
11. Versa est in luctum
12. Libera me, Domine, de morte aeterna
Victoria: Requiem
Westminster Cathedral Choir
Director: David Hill
Recorded on January 1987 at Westminster Cathedral, London, United Kingdom
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MP3 320 kbps – 194,5 MB – 57,4 min
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Boa audição.
Avicenna